Un paseo por Jerusalén, donde la fe guía cada paso

Cuando llegó el itinerario de la visita a Israel, me acordé más de las clases de religión en el colegio que de las de geografía o historia. Jerusalén, Nazaret, desierto de Judea, Galilea... son lugares que referencié desde niña por la Biblia, las misas, la Semana Santa, la Navidad, más que en un atlas.
Luego caí en cuenta de que esto mismo podría pasarle a un judío o a un musulmán, porque las tres grandes religiones monoteístas del mundo comparten mucho de su origen e historia, que está aquí, en Israel. Cada una tiene sus sitios sagrados, que muchas veces coinciden, y Jerusalén es el mejor reflejo de esto. Esta ciudad está llena de historias en las que predominan las palabras 'fe', 'sagrado', 'fervor', 'Escrituras', 'devoción'...
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El meollo del asunto, resalta Grunewald, está en la cúpula dorada o Domo de la Roca, de estilo islámico. Para las tres religiones, este fue el alto donde Abraham estuvo dispuesto a sacrificar a su único hijo, Isaac (aunque el islam habla de Ismael).
Según la tradición judía, sobre esa piedra, el sabio rey Salomón construyó el primer templo, que guardaba en su interior el Arca de la Alianza y el candelabro de los siete brazos -principal centro de culto para ellos- y que siglos después fue destruido cuando llegaron los babilonios y los judíos salieron de la ciudad. A su regreso construyeron allí mismo un segundo templo más modesto, que luego el rey Herodes se encargó de renovar y ampliar con una explanada aledaña, que ahora incluye una gran mezquita. "Imagínense once campos de fútbol juntos, así era", dice el guía.